Virgen Eterna
ALMA DE POETA :: LITERATURA :: cuento
Página 1 de 1.
Virgen Eterna
Virgen eterna
- Otra vez tú !!! - decían sus miradas.
Envidiosas, de reojo la miraban subirse al pedestal. Era ella la elegida, la modelo.
Una cintura perfecta que marcaban las curvas más peligrosas de la delgadez... perfecta. La mejores prendas estaban en su piel lisa. Había salido caro tenerla ahí. Pero siempre supieron que era la mejor modelo cuando la compraron.
La gente que caminaba, se detenía para mirarla. A ella, por encima de las otras tres. Hombres que pasaban llevaban su mirada a su par de senos redondos y firmes, luego miraban sus ojos brillantes, llenos de vida. Azules como el mar más profundo, azules como el cielo mezclado con la noche. Pareciera mentira que no fuera verdad la mentira más hermosa!!!
Mientras que las mujeres que pasaban, pedían siempre a la vendedora la ropa que llevaba ella. La lucía, la vendía...
Ser la mejor costaba un precio. Envidia, no tenerlas como amigas.
Una mañana las calles desiertas que volvían a vestirla la enfundaron en un blanco y sedoso vestido. Ese que toda mujer sueña ya convencida de que será el mejor de la ocasión. Para ese día único en la vida. Para ese día que nos juran amor.
Diseño de prestigioso diseñador francés Francis Piero que ella lo llevaría a lo más alto, dejando atrás al resto insignificantes muñecas de madera sin corazón. Egoístas que solo miraban y comparaban que escogerían para las otras. Por eso estaban opacas de cólera, sin brillo en los ojos. Sin vida.
El vestido que nunca podría hacer realidad su sueño. Estaba clavado en su cuerpo. Cuando lo vio detergerse ante ella. La miró de abajo hacia arriba mientras pasabas sin pensar detenerse y al ver su rostro, retrocedió sus pasos para clavar su mirada, su porte varonil. Perfecto hombre de carne y hueso sobre los ojos de la novia. Nunca nadie la miró así de esa manera. Nunca nadie la vio con tanto amor, como una mujer de carne y hueso. El extraño la amó en esos veinte segundos y luego se marchó, para nunca más volverla a ver.
No tardó en venderse. Alguien llamó cuarenta minutos después. Una mujer que en dos meses se casaría sabía que era exclusivo de Francis, lo había visto en su desfile en París unas semanas atrás. Sabía que era ese y no otro.
Esa misma tarde una joven llega, es hermosa. Ansiosa clavó la vista en el vestido, su vestido. Era ella, la novia, la verdadera.
- Hola. Buenas tardes. Que desea señorita.
- Buenas. Vengo por el vestido de Francis, el que encargué esta mañana...quiero pagarlo ya mismo!
- Muy bien pase por aquí y tome asiento. Recuerde el contrato que nosotros le comentamos por teléfono esta mañana. Como comerciantes firmamos con la marca de Francis Piero que el vestido se exhibiría por una semana en nuestra vidriera, pasada la semana podrá retirarlo.....
- Entendí totalmente..- interrumpe simpáticamente- y estoy feliz de haber llamado a tiempo, gracias a Dios mi prometido pasó y vio el vestido esta mañana.... el lo reconoció de inmediato sabía que yo había quedado encantada con el desfile en París donde fuimos juntos..
Ahí estaba la novia, que nunca podrá ser novia. Bella, radiante escuchándolo todo. Virgen eterna. Enamorada de aquel amante que simplemente pasó y se fue.
No estaba enamorada de ella. No era a ella a quien miraban esa mañana. El amaba a otra, una mujer.
Así pasaron los días y años, nunca lo puedo olvidar hasta que poco a poco el tiempo le opacó el brillo de sus ojos, la realeza de su piel.
Ya desnuda. Un cuerpo esperaba en el basural. Había sido la más hermosa, la principal..
Ahora estaba desecha, era un desecho inmóvil en el cementerio de la basura del olvido.
Su corazón siempre estuvo sepultado pero podía latir y aún así seguiría palpitando, aunque nunca nadie se detuvo a escucharlo en el otro lado del cristal.
Novia de nadie. Virgen eterna.
- Otra vez tú !!! - decían sus miradas.
Envidiosas, de reojo la miraban subirse al pedestal. Era ella la elegida, la modelo.
Una cintura perfecta que marcaban las curvas más peligrosas de la delgadez... perfecta. La mejores prendas estaban en su piel lisa. Había salido caro tenerla ahí. Pero siempre supieron que era la mejor modelo cuando la compraron.
La gente que caminaba, se detenía para mirarla. A ella, por encima de las otras tres. Hombres que pasaban llevaban su mirada a su par de senos redondos y firmes, luego miraban sus ojos brillantes, llenos de vida. Azules como el mar más profundo, azules como el cielo mezclado con la noche. Pareciera mentira que no fuera verdad la mentira más hermosa!!!
Mientras que las mujeres que pasaban, pedían siempre a la vendedora la ropa que llevaba ella. La lucía, la vendía...
Ser la mejor costaba un precio. Envidia, no tenerlas como amigas.
Una mañana las calles desiertas que volvían a vestirla la enfundaron en un blanco y sedoso vestido. Ese que toda mujer sueña ya convencida de que será el mejor de la ocasión. Para ese día único en la vida. Para ese día que nos juran amor.
Diseño de prestigioso diseñador francés Francis Piero que ella lo llevaría a lo más alto, dejando atrás al resto insignificantes muñecas de madera sin corazón. Egoístas que solo miraban y comparaban que escogerían para las otras. Por eso estaban opacas de cólera, sin brillo en los ojos. Sin vida.
El vestido que nunca podría hacer realidad su sueño. Estaba clavado en su cuerpo. Cuando lo vio detergerse ante ella. La miró de abajo hacia arriba mientras pasabas sin pensar detenerse y al ver su rostro, retrocedió sus pasos para clavar su mirada, su porte varonil. Perfecto hombre de carne y hueso sobre los ojos de la novia. Nunca nadie la miró así de esa manera. Nunca nadie la vio con tanto amor, como una mujer de carne y hueso. El extraño la amó en esos veinte segundos y luego se marchó, para nunca más volverla a ver.
No tardó en venderse. Alguien llamó cuarenta minutos después. Una mujer que en dos meses se casaría sabía que era exclusivo de Francis, lo había visto en su desfile en París unas semanas atrás. Sabía que era ese y no otro.
Esa misma tarde una joven llega, es hermosa. Ansiosa clavó la vista en el vestido, su vestido. Era ella, la novia, la verdadera.
- Hola. Buenas tardes. Que desea señorita.
- Buenas. Vengo por el vestido de Francis, el que encargué esta mañana...quiero pagarlo ya mismo!
- Muy bien pase por aquí y tome asiento. Recuerde el contrato que nosotros le comentamos por teléfono esta mañana. Como comerciantes firmamos con la marca de Francis Piero que el vestido se exhibiría por una semana en nuestra vidriera, pasada la semana podrá retirarlo.....
- Entendí totalmente..- interrumpe simpáticamente- y estoy feliz de haber llamado a tiempo, gracias a Dios mi prometido pasó y vio el vestido esta mañana.... el lo reconoció de inmediato sabía que yo había quedado encantada con el desfile en París donde fuimos juntos..
Ahí estaba la novia, que nunca podrá ser novia. Bella, radiante escuchándolo todo. Virgen eterna. Enamorada de aquel amante que simplemente pasó y se fue.
No estaba enamorada de ella. No era a ella a quien miraban esa mañana. El amaba a otra, una mujer.
Así pasaron los días y años, nunca lo puedo olvidar hasta que poco a poco el tiempo le opacó el brillo de sus ojos, la realeza de su piel.
Ya desnuda. Un cuerpo esperaba en el basural. Había sido la más hermosa, la principal..
Ahora estaba desecha, era un desecho inmóvil en el cementerio de la basura del olvido.
Su corazón siempre estuvo sepultado pero podía latir y aún así seguiría palpitando, aunque nunca nadie se detuvo a escucharlo en el otro lado del cristal.
Novia de nadie. Virgen eterna.
pirata alyssa- Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 09/09/2015
ALMA DE POETA :: LITERATURA :: cuento
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.